Lo que iban a ser unos tranquilos días de vacaciones se convirtieron en unos estresantes días de vacaciones. El jueves me entregué por entero a los centros comerciales, a las compras. Odio las compras, pero las odio especialmente en estas fechas. Y me llevé una sorpresa, porque dicen que hay crisis, y yo no sé donde está la crisis, porque la gente sigue comprando al mismo ritmo.
Así que un año más, me dispuse a echarle una mano a los Reyes y a Papá Noel, con la lista de juguetes que han preparado los peques del segundo C (para el año que se arreglen como puedan que yo, no vuelvo a colaborar, que quede claro!). Y para seis cosas que han pedido, dos estaban agotadas en casi todos los hipers, para luego encontrármelas más baratas y más cerca, en la juguetería del barrio. ¡Qué cabreo!…. Eso sí, el calor (y el olor) humano que hay en esos centros comerciales no lo encuentras en la juguetería de barrio.
Así que un año más, me dispuse a echarle una mano a los Reyes y a Papá Noel, con la lista de juguetes que han preparado los peques del segundo C (para el año que se arreglen como puedan que yo, no vuelvo a colaborar, que quede claro!). Y para seis cosas que han pedido, dos estaban agotadas en casi todos los hipers, para luego encontrármelas más baratas y más cerca, en la juguetería del barrio. ¡Qué cabreo!…. Eso sí, el calor (y el olor) humano que hay en esos centros comerciales no lo encuentras en la juguetería de barrio.
Y el viernes me tocó zafarrancho de limpieza: aire de aspiradora, aire de fregona, aire de mopa, aire de plancha,…. Quedó todo como los chorros del oro. Odio las tareas domésticas, si me quedo con algo me quedo con la plancha y fregar los platos. Pero odio profundamente pasar la aspiradora y fregar los baños.
El sábado dedicamos el tiempo a los peques, nos dejamos llevar… y acabábamos a las 11 de la noche en la pizzería de Miño. Para Laura fue su primera pizza, sólo se comió el jamón y el queso, la masa no le pareció del todo interesante…
Y el domingo y hoy día de matanza en la aldea. Y tengo que decir que a pesar de estar en contra del maltrato de los animales, disfruto de la matanza. Desde muy pequeña, lo viví como algo natural, como un proceso necesario para poder comer carne de cerdo. Antiguamente en casa de mis abuelos se mataban cuatro o cinco cerdos por estas fechas, de los cuales disfrutábamos todo el año. Mi abuela los miraba siempre con lástima, antes de que llegara el matarife y nunca jamás quería estar presente en el sacrificio. Era yo la que me escapaba y miraba a través del agujero de la puerta. Y del cerdo se aprovechaba todo: el tocino, el jamón, el lacón, la cabeza, el rabo, …
Pero os tengo que confesar que si de algo disfruto comiendo, son las tripas cocidas con patatas al pimentón. Mi marido y mi hijo morirían antes de hacerlo, pero eso no me preocupa, porque así me toca mayor ración. La preparación es sencilla aunque un poco nauseabunda. Se cuecen durante un buen rato, nosotros las cocemos con medio limón, se acompañan con unas buenas patatas cocidas y un poco de pimentón picante (como el pulpo). ¡Un auténtico manjar sólo para valientes!
3 comentarios:
Aunque soy de pueblo, en mi familia no había animales más que de compañía.
El único pollo que se compró para criar y matar, se convirtió en un hermoso gallo que paseaba por toda la casa y que se bautizó como "Evaristo", y que murió de viejo.
Pero me habría encantado vivir el ambiente de una matanza.
Y lo de las tripas... no sé. Si me encantan las orejas, las morcillas (¡oh!, las morcillas dulces!) y los callos, ¿por qué me iban a dar asco las tripas?
por cierto, hace ya como un mes que terminé de comprar lo de Reyes. y no había casi nadie.
Odio el olor a humanidad.
En el pueblo de mi padre, un pequeño pueblo de 12 habitantes llamado Villarín, en la parroquia de Doncos y Ayuntamiento de As Nogais(Lugo) también es mítica la fecha de la mantanza. Por motivos personales o de trabajo, hace años que no he vuelto, pero ya hablé con mi padrino para que no se olvide de avisarme. De este año NO PASA. Volveré a ir.
De forma totalmente casual me encontré este comentario de "Ventorrillo, la batalla de las ideas" en el que menciona a Villarín de Doncos, en Lugo. Yo estoy casado con una señora de Villarín, (Manuela Santín Carballo de la casa de Mateo), y todos los años paso unos días en este hermoso rincón. Si llegas a leer este comentario y te parece bien, me gustaría saber quien eres, de qué casa, (¡ que importante es en esa zona mencionar la casa a la que peteneces, ¿ verdad ?) y alguna dirección de contacto. Quien sabe, pudiera ser que nos encontráramos en el verano por allí. A mi tambien me gustan los callos, las morcillas dulces, las castañas "gobernadas", el botelo, los grelos, el "leite mazado" de las vacas (cada vez más difícil), el caldo gallego y todas esas cosas deliciosas y sencillas de esta tierra.
Mi e-mail: jeronimocarrera@yahoo.es
Un fuerte abrazo.
Jerónimo
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