Y por fin pudimos ver el cielo azul sobre Coruña. Parece que nos han levantado el castigo y aún no sé el mal que hemos cometido para merecer este verano.
Necesitaba este cielo como agua de mayo. ¿Agua? ¿He dicho agua? Olvidar el palabrejo, la demencia senil me traiciona. Y pensar que en este blog dije alguna vez que me encantaba la lluvia… ¿en qué narices estaría pensando?
Tengo que confesaros que a pesar de esta lluvia traicionera, que te cala de abajo arriba, a pesar de esta nieblina envolvente, ¡no me he sacado las sandalias!. Como de si un ritual “llama-sol” se tratase, y como mujer del norte que soy, he tenido el coraje de llevarlas puestas lloviese o calentase el sol (lástima que esto último sólo haya sido en sueños).
La pena es que este sol vaya acompañado de ese viento tan desagradable y fresco…. Ayer fuimos a la playa y por arte del viento, las toallas empezaron a parecerse a la alfombra mágica de Aladino… ¡qué desastre!
Y es que la edad le hace a una más exigente…quiero comerme el caramelo entero, no saborearlo sólo un poquito…Quiero que, aparte de ver brillar el sol, el día esté apacible.
De todas formas, ya es una alegría poder decir lo de “buenos” días, “buenas” tardes, “buenas” noches… sin tener que fruncir el ceño.
¡Qué tengáis un buen y hermoso día!