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domingo, 30 de noviembre de 2008

Clink, clink, clink....

Hoy me desperté con un fortísimo trueno que hizo retemblar toda la casa, y seguidamente el granizo comenzó a golpear mi ventana. Y era tan insistente el golpeteo que no pude resistir a observar lo que fuera sucedía, en la plaza.
¡Espectacular! Toda la plaza estaba cubierta con una gruesa capa de granizo, como si fuera nieve. Todo blanco, muy blanco, como una estampa navideña, en contraste con el cielo que estaba muy gris, casi negro. Cuando dejó de granizar, el cielo ya no se veía tan gris y fue entonces cuando me invadió una sensación de pureza, de paz, de tranquilidad, de estar a gusto, que allí me quedé petrificada durante un buen rato, envuelta en una manta y esperando que el granizo se derritiese y la calle se volviera del color gris asfalto de todos los días.
Y estaba allí sola, disfrutando, mientras el resto de la manada dormía, cuando de repente vi flashes. Los vecinos desde sus ventanas aprovecharon para sacar fotos. Fue entonces cuando yo me acordé de mi cámara y de que no tenía pilas (el cargador, como no, en la aldea). Durante un buen rato estuve como loca buscando pilas: en cajones, en los mandos, en algún juguete de mis hijos, pero no, no conseguí sacar ninguna instantánea, salvo la que quedó en mi retina y que luego pasé a mi memoria virtu-al...
El resto del día, mucho pijama, mucho niño, mucho sofá, mucha sopita....

jueves, 20 de noviembre de 2008

¡¡Socorro !! Hay un hombre en mi cocina….

Caramba! Pero si es mi marido… Está con el uniforme de cocina completo: con su delantal, con su gorro, con su paño de cocina amarrado al estilo Arguiñano, no le falta ni un detalle…. Después de observarlo, muy atentamente, a través de los cristales de la puerta de la cocina decido entrar, gira su cabeza bruscamente y me grita: ¡Virtu, ábreme el cartón de leche, rápido, que se me quema la mantequilla!

Pues menos mal que llegué en ese preciso momento, porque si no, me lo imagino abriendo el brick de leche con los dientes tipo Rambo. Una vez abierto, hago un vuelo rasante, abro mis ojos como platos y ¡no!, no consigo reconocer mi cocina…. ¡¡¡Socorro!!! En el fregadero hay 3 sartenes, un cuenco con 40 placas de lasaña en bloque (todas las que había en stock en nuestro humilde hogar), el envase de la mantequilla sin tapa, harina por todas partes, 4 cebollas sobre la mesa de la cocina, las mondas de zanahorias esparcidas entre la mesa y la encimera, la carne picada y el tomate hirviendo a borbotones en la ¿paellera?… y los azulejos??? Los azulejos chorreando porque la campana extractora estaba apagada!!. (no es que se haya olvidado, simplemente estamos muy concienciados con el calentamiento global, cambio climático y todas esas cosas). Bueno, miento, el extractor tenía la luz encendida, claro con tanta niebla (que parecía mi cocina Londres) a ver quien ve algo….

Le grito: ¿Qué demonios estás haciendo?

Me responde: Lasaña, cariño. Ahora mismo estoy acabando con la bechamel.

A pesar del desastre, tengo que reconocer que la lasaña estaba de vicio pero ahora mi cocina está cerrada a cal y canto. Y ganas me quedaron de colgar un cartel en la puerta que diga: “Se reserva el derecho de admisión” o este otro: “Pida permiso para entrar”.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Bajarse los pantalones: Saggy pants

Haced un esfuerzo y vamos a retroceder en el tiempo...
"Tipos de pantalones, por ejemplo los bombachos... Un, dos, tres, responda otra vez"
"Bombachos,cortos, piratas,corsarios,bermudas, de campana, de pata de elefante, de pinzas, chinos, mallas, pitillo, shorts, chandal, saggy pants..."
¿¿Saggy Pants??? ¡¡¡Ay si Ruperta levantara la cabeza!!

Últimamente veo muchos jovenes con los pantalones al límite,enseñando gran parte de su ropa interior y caminando como patos mareados, echando una pierna hacia el este y otra hacia el oeste para mantener el equilibrio, sin miedo a perder esa prenda de no sé cuantas tallas más de lo normal. ¿Cómo lo hacen? Tengo que confesar que a veces la curiosidad me pierde y agacho la cabeza más de lo normal e intento averiguar que es lo que sujeta a la prenda y cómo es capaz de jugarsela en su lucha contra la fuerza de gravedad.
Y digo yo, esto de bajarse los pantalones ¿es una moda o es un acto de sumisión? ¿Sumisos? ¿los jóvenes? ¡No,creo que no! En que estaré yo pensando... Pues debe ser moda, y si es moda, mi medio limón ya puede presumir de ir a la última, porque desde que perdió la cintura al poco de casarnos, su pantalón parece que tuviera vida propia y en nada que se despista, ahí está, el desastroso tunel que nos lleva a las profundas intimidades de su ser...

domingo, 16 de noviembre de 2008

¡¡Un año!!


Hoy hace un año llegamos a esta nuestra nueva casa, a esta comunidad digital. Llegamos con muchas pretensiones y al final se hizo lo que se pudo, pero siempre con mucha ilusión. Espero que lo que hayais visto a través de la "mirilla" os haya gustado y que a partir de ahora os atreváis a llamar y entrar, dejando algún comentario.

Gracias por vuestras visitas a todos, a los que sólo leen y a los que leen y escriben.

Nos leemos.
Bx.

jueves, 13 de noviembre de 2008

¿Cuánto falta?

Hoy he recibido mi primera postal de Navidad y no he tenido más remedio que telefonear al remitente (mi antigua vecina y amiga de Arteixo, Susi) y preguntarle si le había dado un jamacuco o simplemente había probado algún turrón de los expuestos en los supermercados y le había entrado el espíritu navideño. La excusa que me dio es que se había puesto a escribir la postal a su tía de Algeciras y tenía miedo que con la crisis hubiera menos carteros y no le llegara a tiempo la felicitación.

Susi, que no, que no me lo creo, ¿cuánto turrón y sobre todo, cuánto champán te has metido ya en el cuerpo? No ves que todo en exceso es malo....

Y ahora con la primera postal Navideña en casa, ¿cómo le explico yo a Adri que aún falta un largo MES y MEDIO para que den comienzo las vacaciones de Navidad? Teniendo en cuenta, que la semana pasada, rodeado de todos los catálogos de juguetes habidos y por haber, me hizo la pregunta: ¿falta mucho? Y cuando le hice entender lo que era mes y medio, le pareció una eternidad.
Pero sabéis que os digo? Feliz Navidad a todos !! (Porque los renos ya están calentando motores...los he visto)

viernes, 7 de noviembre de 2008

Recuerdos surtidos

Hoy me pasé por el supermercado y pude observar la cantidad de productos navideños que ya están expuestos en las estanterías. No sé si con tanto turrón, polvorón, almendra garrapiñada, etc pretenden endulzarnos la vida en estos momentos de crisis mundial o pretenden hacernos creer que la Navidad empieza en Octubre y acaba con la cuesta de Enero. Sea como sea, el hecho es que me acordé de pequeños e inolvidables momentos de mi infancia en casa de mis abuelos.

De las navidades, no recuerdo ningún producto de los que ahora están en los supermercados, sin embargo mi abuela siempre tenía guardada una excepcional caja de galletas surtidas. Cuando bajaba por las escaleras con la caja en la mano y la ponía sobre la mesa, era el momento en el que todos, y cuando digo todos me refiero a todos, nos quédabamos en trance durante décimas de segundo, decidiendo cual sería la primera que nos llevaríamos a la boca y, de repente, nos abalanzábamos sobre aquella caja roja como si nos fuera la vida en ello.Y mi abuela siempre se empeñaba en decir: "comede a feitiño". Era una especie de ritual después de la cena de Nochebuena.

Hoy me pregunto qué querría decir mi abuela con eso de "comede a feitiño" ¿Querría decir que empezaramos a comer las galletas de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, montoncito a montoncito? La verdad es que aunque mi abuela ponía todo el empeño del mundo para que aquellas palabras se cumplieran, a casi todos nos gustaban las mismas galletas, con lo cual siempre quedaban en la caja las mismas, y en tu mente ya empezabas a imaginarte la bandeja que estaba por debajo de aquella. Pero mi abuela, que era muy lista, nunca nos dejó empezar el siguiente piso, sin antes acabar el primero. Así, gracias a esa artimaña, el siguiente piso de galletas llegaba intacto hasta año nuevo. Y otra vez, nos transformabamos en pequeños monstruos de las galletas. Sólo que esta vez, las últimas del paquete siempre las comía mi abuela, que resignada, siempre nos decía que ese año era el último que las traía, pero lo cierto es que nunca nos las dejó de traer.

Creo que este año, pondré una bandejita de galletas surtidas en mi mesa de Navidad, y creo que esta vez seré yo la que me coma las últimas del paquete.