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jueves, 31 de marzo de 2011

Una diana

Eso es lo que yo necesito en mi casa: una diana. Y el que no acierte, calambrazo en las piernas.

Estoy harta de los hombres que habitan en casa, harta de cuando van hacer sus necesidades menores. Porque entre “pitos” y flautas, a pesar de la experiencia que deberían tener, son tremendamente torpes en el fino arte de acertar dentro, no? Porque a ver, el arma con la que disparan es siempre la misma y el tamaño del objetivo es siempre el mismo, entonces ¿tan difícil es? Que falles la primera, la segunda,… la quincuagésima vez, pues es pasable pero más allá de esto es imperdonable.

Y luego está la tapa. Esta parte del wc que nunca levantan y que se acuerdan de limpiar de pascuas en ramos.

Así que, a la desesperada, me puse a buscar en Google y he encontrado este invento, que no sé si será efectivo o no. Lo que sí me ha quedado claro es que decirles que lo hagan sentados no es buena solución, más bien es la peor de las soluciones...

lunes, 28 de marzo de 2011

A las dos son las tres...

¿Ahorro energético dicen? Como se nota que no tienen ni la más remota idea de lo que es energía. Porque después de cambiar el reloj del microondas, el de la pared de la cocina, el de la pared del salón, el del equipo de música, el de cuco, el del termostato, el de ganchillo de mi suegra, la radio-despertador de mi habitación, los de Disney de las habitaciones de los niños, el del móvil (que vaya usted a saber porque no se cambió solo), el de muñeca y el de la muñeca de mi contrario (que ya que estoy), el del niño (que con tanto botoncito no es capaz de hacerlo solo), el de la niña (que a ella le es indiferente, pero como ve a los demás, pues también toca); estoy A-GO-TA-DA. Todo esto lo repetimos en casa de mis padres que ya no ven las manecillas ni los botoncitos de ningún reloj y ya que nos fuimos a la aldea, pues ya puestos, los del vecino, que viene de pascuas en ramos pero ha tenido que venir este fin de semana. Y ya de paso a resintonizarle el Tdt…

¡¡Venga ya hombre!! ¿que me digan qué cantidad de energía he ahorrado si ya parezco un experto relojero haciendo horas un domingo?

Y luego viene el descontrol, que se quintuplica en el caso de tener niños. Te levantas a las 11, pensando que son las 10, desayunas…y ya te pones a pelar patatas porque las 2 dan enseguida. Y comes, aunque no tengas hambre, comes tu platito sin rechistar.

Los niños han juntado la merienda con la cena y lo peor ha sido la hora de acostarse. Que si ya es de noche, les dices. Y te miran con cara de “ésta se ha vuelto loca” y empiezas a cerrar persianas, cortinas y lo que se preste…que no entre ni un resquicio de luz por ningún agujero, y te tumbas en el sofá (con todo lo que tienes que planchar) para que piensen que ya es hora. Y te miran otra vez, con ojos como platos. Los acuestas y se levantan como 10 veces. Laura pregunta la hora, que si falta mucho para que llegue mañana…otra preocupación más a su lista de preocupaciones…

Te acuestas sin sueño, te levantas como si te hubiesen robado tiempo. Desayunas como un zombi y en vez de exprimir una naranja exprimes una manzana…lo mismo te da.

No puedo másssssssss.

Estoy harta, harta de tanto cambio de hora…siempre digo lo mismo, pero para la próxima lo cumplo, no pienso cambiar el horario nunca más y todos deberíamos hacer lo mismo. ¿Lo hacemos?

viernes, 25 de marzo de 2011

El tío Jacinto

Ayer tarde el corazón de mi tío Jacinto dejó de latir. A los 70 y poco de años no se puede decir que se haya ido joven, aunque podría haber vivido unos cuantos años más. Ley de vida, no? Nacer, crecer, envejecer y morir. Si no se cumplen estas cuatro etapas sería una injusticia.

A mi tío Jacinto lo conocí cuando tenía 3 o 4 años, cuando se hizo novio de mi tía Carmen. Eran unos novios de los de antes. Él venía a casa los domingos por la tarde, llamaba a la puerta y salían a dar un paseo, sin alejarse de la aldea. Normalmente lo hacían alrededor de la huerta por donde tantas veces salía yo disparada, corriendo detrás de los aviones que iban dejando su rastro bajo las nubes, con la esperanza de que en alguno de ellos volvieran mis padres de Londres.

Y yo, evidentemente, iba con ellos, por “recomendación” expresa de mis abuelos, que quedaban en casa en sus quehaceres. Lo que comúnmente se llama “ir de escopeta”. Y como no podía ser de otra manera, la escopeta iba y bien cargada. Porque aquel “intruso” era una competencia para mí, no en vano estaba engatusando a mi tía Carmiña, a la que yo tanto quería. Ella, junto con mis otros tíos y mis abuelos me dieron todo el cariño que mis padres no me pudieron dar en esos 5 años que estuvieron fuera de casa. Porque el único defecto que tiene mi tía es ser buena como un pedazo de pan (pero de pan de aldea ¡eh!) y por haberme consentido tantas y tantas cosas. Fue de mis tías la que más.

Recuerdo que una de las primeras cosas que me preguntó fue quien era yo, a lo que respondí rápidamente con un “soy la hija de ésta”, señalando a mi tía…No me extraña que con el tiempo dijese aquello de “esta cativa é o demo”, me lo había ganado a pulso.

Aquella relación cuajó hasta el final y se casaron en casa, como la mayoría en aquella época. El banquete se hizo en el inmenso pajar que tenían mis abuelos, y mientras toda la familia hacía buena cuenta de la comida, estaba yo a más de seis metros de altura, sobre el montón de paja, llorando de rabia por mi consabida derrota…

Con el tiempo le fui perdonando que se llevara a mi tía, la que me compró mis primeras catiuscas, preciosas, de color rojo, e incluso me llevó, alguna que otra vez, a pasar unos días a su casa, en su flamante Citröen 2 caballos.

Mi tío se ha ido para siempre, pero lo que nunca se irá serán estos recuerdos que quedan imborrables en mi mente. Hoy me falta tiempo para llegar a casa de mi tía, porque sé lo mal que lo estará pasando y darle un abrazo, de corazón a corazón.

jueves, 24 de marzo de 2011

A la rica lenteja

Como todo el mundo sabe, la mayoría de las legumbres se ponen a remojo unas cuantas horas antes para ser cocinadas. Mi maridito también lo sabe. No en vano ya lleva 3 cursos de cocina de tropecientas horas, que a saber para qué le servirán….

Pero lo que no sabe, es que las legumbres una vez puestas a remojo duplican o triplican su tamaño. Increíble pero cierto…

Ayer en un arrebato de esos de “yo también vivo aquí voy hacer algo que estoy de vacaciones” planificó el menú para hoy. Menú que por cierto se comerá él y los niños, pues yo estoy a dieta. Y se decidió por unas lentejas.

Y hoy por la mañana aún media dormía, mientras el angelote descansaba plácidamente, me llevé un susto del copón… ¡¡tremendo bol lleno de lentejas!!, al límite ya del desbordamiento, sobre la encimera. Volví a cama y tocándole suavemente la sien con mi dedo índice le susurré: “¿es que esperamos visita hoy? Querido, ya puedes acercarte a un “todo a cien” y comprar vajilla, porque en casa no hay suficiente plato hondo para tanta lenteja”.

Me lo imagino a tales horas, cocinando y “achicando”.

Tenemos lentejas para dar, tomar y envasar….y como decía yo en otro post, los hombres en esto de los cálculos de medidas, andan pero que muy perdidos….

martes, 22 de marzo de 2011

La Torre de Hércules

Los martes y los jueves toca entrenamiento. A Adri se le ha dado ahora por el balonmano y entrena en el recién estrenado pabellón de los Rosales (como si no tuviéramos pabellones donde hacerlo en nuestro barrio, verdad? en fin...)Y ha sido allí donde mi niña Laura se ha enamorado y lo ha hecho a lo grande. Se ha enamorado de  la Torre de Hércules, (¿qué coruñés no se habrá enamorado de ella, no?). 

Ella en vez de fijarse en como corre su hermano tras la pelota desde las gradas, pues se fija en las vistas y ¡qué vistas!: el mar, toda la bahía, el paseo y allá a lo lejos la torre con su luz intermitente...

Mami, ¿me llevas a la Torre? porfi, porfi ¿en qué piso de la Torre viven las princesas, mami? ¿vamos en barco? Hércules está ¡eh!, porque tiene la luz encendida....

Y mami, que es mucha mami, pero nunca ha llevado a su princesa a la Torre (y no me riñáis, vale?) decide que hoy es un buen día para acercarse y verla más de cerca. No hemos entrado porque las princesas estaban durmiendo y todas las persianas de la torre estaban bajadas. Otro día volveremos, cuando las princesas no duerman, Hércules pueda recibirnos y el ascensor funcione.

lunes, 21 de marzo de 2011

Cambio de look

Después de pasarme todo el fin de semana buscando un nuevo traje (plantilla) para mi blog, me he decidido por ésta. 

Pero ¡¡madredelamorhermoso!!, ¡la cantidad de plantillas que existen!. Algunas muy simpáticas, algunas muy seriotas, otras con mucho colorín-colorado y otras en blanco y negro, de muchas chicas muy "chic", de muchas mesas de trabajo, de muchos deportes, las había de Hanna Montana y hasta de Winnie the Pooh. Sofás por un tubo, cómodos, incómodos, clásicos y modernos...hasta bancos de un parque. Que si el mar, que si la montaña, que si la Muralla China, que si la torre Eiffel... Que si el otoño, que si la primavera, que si el invierno... Que si hamburguesas, que si ensaladas, que si miles de postres... para volverse loca en el intento.

Y al final me he quedado con ésta...Porque es sencilla, predomina el blanco (ya me cansé del verde) y con dos columnas (¿para qué más?).

¿Qué os parece? Lo próximo es cambiarle el nombre al blog...todo se andará

viernes, 18 de marzo de 2011

¿Hay alguien?


De este lado sí. Hay alguien, aunque no lo parezca….

Podéis aprovechar este post para tirarme de las orejas, virtualmente hablando, aunque tampoco lo toméis todo al pie de la letra, ¡eh!, que ya os veo venir.

He estado hibernando. Lo cual no quiere decir que me esté convirtiendo en osa. Todavía me falta mucho pelo y eso que ya no me acuerdo de la última vez que me pasé por una sesión de depilación. Ufff, lo anoto en la agenda de cosas pendientes (creo que necesito una agenda más grande, ya estoy escribiendo en las tapas)…

Lo único que ha conseguido despertarme de este aletargamiento ha sido ese sabroso chocolate y esas deliciosas magdalenas de nuestra amiga y famosa Titajú. Famosa porque le ha tocado su peso en chocolate y como buena amiga que es lo ha repartido con nosotras, necesitadas del espeso, sabroso y reconstituyente alimento. Y nos ha calentado el cuerpo en este frío (asqueroso) invierno y el alma a más de alguna…

Y una vez recargadas las pilas aquí estoy y seguiré, os lo prometo.
Besos, yo también os quiero.
(que sepáis que me ha costado escribir este post, porque me había olvidado de la contraseña, cosas de la edad)