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miércoles, 10 de junio de 2009

Sol ardiente de Junio

Me gustaría convertirme en osa. Sí, en osa, para hibernar y no despertar hasta que salga el sol.

Pero estoy casi segura que en el caso de convertirme en algún animal me convertiría en rana. Aunque el que comparte mi cama dice que sería una víbora casi perfecta, porque estoy todo el día hincándole el diente.

Pero no, yo sería rana, y sería feliz de vivir en esta Galicia que llueve un día sí y otro también.

Pero no, no soy rana (de momento) y este tiempo está acabando con mi paciencia y con mi ánimo, por qué no decirlo. A parte de esta migraña heredada, que esta semana va pegada a mí, como una lapa. Ayssss.

Las conversaciones con los vecinos en el ascensor se vuelven odiosas: “parece que llueve”, “este año no apeamos el paraguas”, “está cayendo una”…. Una ya prefiere centrarse en el techo del mismo en vez de prestar atención a tanta conversación repetida. Odio las nubes, esas nubes negras, grises o blancas como algodón. Las odio.

Y yo con mis fieras, en casa. Horrible. Todo el día a la gresca. Y ayer decidí salir con ellos, de compras, y me olvidé, entre muchas cosas, de dos pequeños detalles: bozal y correa. Tuve la ¿brillante? idea de llevarlos a un centro comercial. A puntito estuve de hacerme el anaquiri.

Y ya para rematar la tarde los llevé a ver materiales de baño. Entre que el albañil no puede venir hasta septiembre y otra (la menda) que se aburre, a pesar ya de tener todo decidido, pues decidí visitar (juro que será el último) uno de esos almacenes repletos de azulejos, pavimentos, sanitarios, grifos, etc.

Y pasó lo que tenía que pasar: Laurita puso en práctica todo lo aprendido la semana anterior en su operación-pañal. Que para eso me pasé toda la semanita diciéndole aquello de “¿Dónde se hace pis-caca?” y ella respondía con su vocecita de “en el vate”. Y aquel almacén, repletito de “vates”… Ocurrió demasiado rápido, sólo tuve que ver la cara horrorizada de la dependienta cuando me di cuenta de que estaba pasando algo ¿raro? Mi otro yo me decía “no mires, no!!” pero lo hice y allí estaba Laura, sentadita en uno de ellos y haciendo lo más natural del mundo. Sentí el sol abrasador en mi cara, el verano concentrado en mis mejillas. ¡Trágame tierra!

¡¡Por Dios!! ¡¡Por Dios!! Que quiero ser como ella, como la del cuadro. Y dormir, dormir, dormir hasta que salga el sol en junio, septiembre, o diciembre. Y que mis hijos tengan 18 o más años para echarlos de casa sin cargos de conciencia.

Por cierto, ¿no os parece precioso este cuadro?, “Flaming June”, del británico Frederic Leighton, ¿os fijasteis en la tremenda puesta de sol que hay por detrás de la dama durmiente? ¡Impresionante! ¡Qué envidia!

2 comentarios:

MARIETA dijo...

Laura me encaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanta!!!!! Elcuadro también pero la nena MÁS ja ja ja Me partoooooooo

PMM dijo...

Precioso el cuadro, la puesta de sol y sobre todo el sol que hace fuera. Lo de Laura, la culpa es de su madre, ¡luego te quejárás de que sea obediente!
Un consejo, ahora no te duermas ¿vale?