Hoy me desperté con un fortísimo trueno que hizo retemblar toda la casa, y seguidamente el granizo comenzó a golpear mi ventana. Y era tan insistente el golpeteo que no pude resistir a observar lo que fuera sucedía, en la plaza.
¡Espectacular! Toda la plaza estaba cubierta con una gruesa capa de granizo, como si fuera nieve. Todo blanco, muy blanco, como una estampa navideña, en contraste con el cielo que estaba muy gris, casi negro. Cuando dejó de granizar, el cielo ya no se veía tan gris y fue entonces cuando me invadió una sensación de pureza, de paz, de tranquilidad, de estar a gusto, que allí me quedé petrificada durante un buen rato, envuelta en una manta y esperando que el granizo se derritiese y la calle se volviera del color gris asfalto de todos los días.
Y estaba allí sola, disfrutando, mientras el resto de la manada dormía, cuando de repente vi flashes. Los vecinos desde sus ventanas aprovecharon para sacar fotos. Fue entonces cuando yo me acordé de mi cámara y de que no tenía pilas (el cargador, como no, en la aldea). Durante un buen rato estuve como loca buscando pilas: en cajones, en los mandos, en algún juguete de mis hijos, pero no, no conseguí sacar ninguna instantánea, salvo la que quedó en mi retina y que luego pasé a mi memoria virtu-al...
¡Espectacular! Toda la plaza estaba cubierta con una gruesa capa de granizo, como si fuera nieve. Todo blanco, muy blanco, como una estampa navideña, en contraste con el cielo que estaba muy gris, casi negro. Cuando dejó de granizar, el cielo ya no se veía tan gris y fue entonces cuando me invadió una sensación de pureza, de paz, de tranquilidad, de estar a gusto, que allí me quedé petrificada durante un buen rato, envuelta en una manta y esperando que el granizo se derritiese y la calle se volviera del color gris asfalto de todos los días.
Y estaba allí sola, disfrutando, mientras el resto de la manada dormía, cuando de repente vi flashes. Los vecinos desde sus ventanas aprovecharon para sacar fotos. Fue entonces cuando yo me acordé de mi cámara y de que no tenía pilas (el cargador, como no, en la aldea). Durante un buen rato estuve como loca buscando pilas: en cajones, en los mandos, en algún juguete de mis hijos, pero no, no conseguí sacar ninguna instantánea, salvo la que quedó en mi retina y que luego pasé a mi memoria virtu-al...
El resto del día, mucho pijama, mucho niño, mucho sofá, mucha sopita....
4 comentarios:
Pues que pena lo de la cámara de fotos. Yo, por fin, después de tanta historia, ya la tengo. Mi Olympus FE-20. Cuando la necesites, ya sabes...virtu-al.
Siempre que hay algo espectacular en la Coru, me lo pierdo.
Lo único espectacular de mi fin de semana fue la comida, pero valió la pena.
Pois nós fomos ao Cebreiro o domingo e, en duas verbas:ES PECTACULAR,unha pasada, espetábaste medio metro,os nenos disfrutaron cousa fina,non nos acatarramos (eu xa estaba das corrientes da noite anterior)e vimos nevar. Total que sempre lle boto pestes ao marido cando menciona o de ir á neve pero neste caso estivo ben
Adri estuvo lloriqueando toda la tarde para ir a ver la nieve pero su padre se acomodó en su poltrona y allí se quedó todo el domingo. Al final lo tuvimos que sacar con espátula.
Me encantaría ver la cara de Laura al ver la nieve porque sería su primera vez, supongo que se la comería...
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