
Fue Rozío la que me inició, por así decirlo, en este mundo de los blogs y es a ella, a quién tengo que agradecer ese empujón que me hizo entrar en este mundo “virtual” ( que me río yo con lo de virtual igual a “no real”). Aquí todo es real, auténtico, sincero, lleno de sentimientos….
Una vez ya en este mundo, lo que se supone que debe hacer uno es “hablar” y “hablar”. ¿De qué? Pues de lo que te venga en gana, que para eso es tu mundo, tu casa..
Pero lo cierto es que cuando hablas, cuando estableces esa “conversación”, es bueno que exista un receptor, que te escuche, que te entienda, que te conteste… Y eso es lo que a mi me faltaba y que veía que ocurría en otras “casas” en las que me iba colando de puntillas.
Y encontré una “casa” espectacular, en la que realmente me encontré tan a gusto como en la mía propia. La casa era amplia y acogedora. Siempre me llamó la atención la cocina, me la imaginaba con grandes alacenas, repletas con muchos cacharros perfectamente colocados, con una gran encimera y el horno siempre encendido, calor siempre. Y ¿la dueña? Pues la dueña siempre estaba dispuesta a darse un baño de espuma e invitarte a hacer lo mismo. Miles de sales minerales de múltiples fragancias decoraban aquel baño, algo que me atraía irremediablemente. Yo mientras tanto observaba y observaba, sin atreverme a dar el gran paso de sumergirme en aquella agua llena de espuma relajante.
Y fue un día cuando decidí tabicar mi casa, porque me encontraba sola y ya estaba dispuesta a colocar el primer ladrillo cuando apareció ella y me “habló”. Fue su primer comentario, el primero de muchos y en aquel preciso momento tiré con el ladrillo. Ya no quería tabicar mi casa, quería seguir en ella, ya no estaba sola. No te puedes imaginar la ilusión que me hizo aquella visita inesperada. Ahora sabía que todo esfuerzo por recuperar mi casa ya no sería en balde. Adecenté mi casa todo lo que pude para que ella se sintiese a gusto también y volviese. Y volvió. Yo fui a su casa y por fin, me atreví a sumergirme en su baño de espuma.
Conocí a más gente en su casa, que luego vino a la mía. Otras visitas pasaron por mi casa, las menos, que también las llevé a su casa. Tú que me lees, sabes que es cierto. Quizás si no fuera por ella jamás estarías aquí hoy leyéndome.
Y atravesamos la frontera de lo virtual, y nos conocimos en “realidad”. Comprobé que mi imaginación no me había fallado. La persona que acababa de conocer personalmente era tal y como yo me la imaginaba. Y me gustó.
Mujer sencilla, luchadora y de fuerte carácter. Fiel a sus principios, a su palabra. Sin medias tintas. Comprometida siempre con las buenas causas y con los suyos. Capaz de sacar los dientes por ti y por mí. La mejor de las anfitrionas, la mejor de las amigas. Porque ella es mi más mejor amiga. Ella es Ju.
Y ayer, en mi visita diaria, me la encontré tabicando su casa. Nuestra casa ya. Comprenderéis que me ha dolido y mucho. Porque esa casa significa mucho para mí, son como mis raíces. Mi casa puede seguir viva sin la suya pero ahora necesitará mucha más agua, ahora está media muerta, como una flor en un jarrón. No soy quién para decirle que no la tabique, que no tire todas esas cosas que compartimos por la borda, pero no puedo evitarlo. Sé que contaré con su persona mientras viva, pero también necesito que sigas en ese mundo, en el virtual. Sigue Ju, como tú sabes, más pausada pero sigue. Si quieres un cambio, yo te ayudo a redecorarla. Te ayudamos todos, tú lo sabes. Te aprecio mucho, eso también lo sabes.