María "la cabrita"
Murujosé, María "la cabrita" o simplemente María. Así es como se llama esta niña que me encontré, un día, por los caminos de la vida. Me la encontré triste y melancólica, fundida en el sofá azulón de su hermana Su, desangelada, diría yo. Si no fuera porque de vez en cuando se le oía quejarse, nadie se hubiese percatado de su presencia. Pero allí estaba, con sus pijamas de franela, en pleno Agosto. Mal de amores, pensé yo. Aquellas mantas de cuadros en las que se envolvía no consiguieron aislar del frío su alma y sobre todo su corazón, pero poco a poco fuimos arropándola con nuestras palabras y nuestros mimos. Poco a poco fue levantándose, cual cabritillo recién nacido. Había nacido María "la cabrita", con ese pelo negro y revuelto, con esos ojos del color de las hojas que caen en otoño, y con esos movimientos nerviosos y desairados. De vez en cuando se sigue quejando de pequeñas cosas, son las heridas del alma que no terminan de cicatrizar y de vez en cuando, cuando el tiempo no acompaña, vuelven a abrirse.
Ha encontrado un trabajo que la mantiene entretenida la mayor parte del día y que roza en cierta forma, lo que más le gusta, la moda, en su estado más puro. Por sus manos pasan todos los días, telas y telas, de infinidad de colores y texturas, que más tarde se convertirán en trajes y vestidos que tan bien sientan a su menudo y perfecto cuerpo. Tiene como compañeras a unas veteranas cabras locas que frenan su ajetreado ir y venir y que de vez en cuando le dan alguna cornada. Le producen heridas superficiales, de esas que te hacen sentir más viva y olvidarte de otras más profundas.
Por las noches se convierte en cabritilla de nuevo, sobre todo cuando come gusanitos a escondidas, debajo de las sábanas. Creo que hace budú con ellos, y con el chasquido que se produce cuando le hinca el diente a cada gusanito, le da una cornada a las viejas cabras.
Pero lo que más le gusta, es ir de compras, su gran pasión. Suda sus ocho horas diarias más dos, de lunes a viernes, como la que más. Llega al sábado extasiada, cansada. Pero pronto busca un hueco, en esa tarde del sábado, para ir de compras contigo. No se cansa de buscar y mirarlo todo bien miradito. No se le escapa ninguna oferta. Todos los amigos que se me han cruzado por el camino me han enseñado algo, pero María me ha enseñado mucho de moda: Dolce&Gabbana, Emilio Tucci, Tous, Armani, y miles de nombres a los que nunca les había prestado atención. Y lo que me queda por aprender...
También he conocido su inocencia. María la lleva en la sangre y para quitársela sólo hay una solución: hacerle una transfusión total, pero entonces dejaría de ser ella misma. Delante de sus ojos hay un tupido velo que le impide ver la maldad del resto de la gente. De vez en cuando, intentamos tirar de él para que se desprenda pero no lo conseguimos... nace en su piel, lo lleva en su sangre.
Así es como veo a María y así es como deben verla, una persona sensible, con heridas del alma, muy inocente, con muy buen gusto y con mucho estilo.
No cambies, María, pero deja que te salgan los cuernos.....Una amiga de meses, Virtu