Feeds RSS
Feeds RSS

jueves, 24 de septiembre de 2009

Asquerosidades

Un piojito se balanceaba sobre el pelo de Laura
Como veía lo bien que vivía
Fue a llamar a otro piojito

Dos piojitos se balanceaban sobre el pelo de Laura
Como veían que no se morían
Fueron a llamar a otro piojito

Tres piojitos se balanceaban sobre el pelo de Laura
Como veían que peligro no había
Fueron a llamar a otro piojito

La madre del piojo se balanceaba sobre el pelo de Laura
Asquerosamente se reproducía

Pero ¿qué pasó?, Virtu llegó
Y los fumigó…

¡Qué asco! Laura se ha traído unos horrendos “amiguitos” chupasangres de la guardería para casa. Y estamos como en la canción “¡Cómo me pica la nariz!, ¡ya no lo puedo resistir!…” y en vez de nariz, a mí ya me pica todo.



Derechita a la farmacia me fui y le pedí el ZZ PAZ piojil, tamaño familiar, para cargar mi pistola fumigadora. Primero los niños, luego la menda y por último el padre, que vino tarde de trabajar y ya lo esperé en la puerta y ¡hala! ¡chorro al canto!


¡Qué asco! ¡Y qué picor! Ya os estáis rascando, ¿no? Si es que estas nuevas generaciones de piojos son capaces de atravesar hasta la red de redes…¡Es la guerra!

viernes, 18 de septiembre de 2009

Nos vamos de verbena

Los tiempos han cambiado y las orquestas ya no son las mismas, pero la verbena sigue siendo igual de grande.


Este fin de semana son las fiestas de la aldea. Antaño eran mis abuelos los encargados de reunir a toda la familia alrededor de la mesa. Y ¡qué mesa!, allí no faltaba nadie y hay que ver lo exagerada que era mi abuela con la cantidad de comida, podría venir todo el pueblo y aún sobraría. Y aquellas roscas de fiesta, que sabían a gloria, ¡cómo las echo de menos! Por la noche, después de la verbena, dormíamos todos apretujados en colchones en el suelo, mis primos y yo, tipo sardinas: uno para arriba, otro para abajo, otro para arriba…


Me alegro de que esta tradición no se haya perdido y que mis padres la hayan hecho suya, en su casa, en Sobrado. Allí, por estas fechas, nos volvemos a reunir todos alrededor de la mesa y aunque el menú sea diferente, sabe igual de bien. Mucho trabajo, pero merece la pena.


Y fijaros, si son especiales estas fiestas para mí, que cuando tenía 13 o 14 años conocí a mi primer “amor”. Ahora lo recuerdo con unas buenas risotadas… ¿no me pasé toda la noche con él y a última hora (5 de la mañana) me doy cuenta de que tiene el brazo escayolado?. Ya decía yo que me apretaba mucho, ya…. Y digo que fue el primer amor porque fue el primer hombre que me dijo lo de “te quiero mucho”, antes de pedirme un beso. Y ya no os cuento más, que ya sabéis mucho…


Buen fin de semana, no estoy para nadie…

martes, 15 de septiembre de 2009

La nueva compi: la Gripe A

Pues sí, los peques han vuelto. Y ¡¡de qué manera!! Nivel de asilvestramiento del 1 al 10, pues un 10. Creo que en un par de semanas volverán a ser los mismos que hace dos meses pero aquí estoy, en plena faena, ¡deseadme suerte! por favor...

Lo que más me gusta es verlos rebuscar en sus cajones. Después del largo verano, sin sus pequeñas pertenencias, todo es nuevo y se pasan horas rebuscando y encontrando viejos tesoros. Adrián incluso volvió a montar su granja, con granjeros, tractores, casas y animales incluidos.

Y también está la vuelta al cole. Adrián estrena uniforme y aunque yo lo veo guapísimo, él se ve rarísimo. Rara avis. Y os explico el motivo: el primer día sólo fueron dos niños con uniforme y a día de hoy ha ido aumentando a razón de niño por día. Total: 4. No sé dónde están los ciento y pico que votaron “sí” al uniforme. Otra cosa más que no entiendo de los padres...en las reuniones defienden a capa y espada una cosa y luego si te he visto no me acuerdo.

Bueno y vamos al quid del post: la gripe A. La nueva compi de este curso. Ahora ya no se puede beber de la fuente del patio del colegio, ni agua del grifo, ni usar el pañuelito de tela de toda la vida, ni acercarse a tu compañero a menos de un metro de distancia, ni jugar al “miliquituliprematulilapotingue” ni nada de nada. Mira que es rarita esta nueva compañera, más rara incluso que Adri con uniforme. Así que junto a los libros, meteremos en la mochila una botella de agua y un paquete de klinex. Quien manda manda: la gripe A. Adrían en tres días, ya es todo un experto en los diferentes tipos de gripe.

Y ¿qué ha pasado? Un desastre. La mochila con todo el material: libros, libretas, carpetas... y la botella de agua, mal cerrada. El agua se ha desbordado, y todo, absolutamente todo, está empapado... Ahora mismo está todo en cuarentena en la terraza de mi casa y a ver qué pasa... porque si tengo que volver a comprar todo de nuevo, me puede dar un jamacuco. Os aviso. Mañana llamaré a Sanidad, que me informen.

Yo creo que la culpa de todo la tiene la gripe A. ¿Acaso no?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Matrioskas

Finales del mes de junio del 1976. Primera hora de la mañana. Oigo voces.

“Mariña, Mariña, desperta, hoxe veñen teus pais por ti, vas ir para Coruña”

Estas fueron las palabras de mi abuela aquella mañana de junio. Luego vino el llanto. ¿Para qué irme si allí estaba tan a gusto? En aquella casita vieja, en libertad, donde el viento se colaba por entre las rendijas del techo.

Mis padres regresaban de Inglaterra y yo tendría que venirme a vivir con ellos. Porque eran mis padres, claro. Aunque para mi, mis padres, en aquel momento, eran mis abuelos, a los que nunca dejé de llamar “papaiño" y “mamaiña”.

Supongo que hay días de tu vida que jamás se olvidan y éste, para mí, fue uno de ellos.

Aquel era mi último día de clase, mi último día en la aldea, a la que sólo volvería de vez en cuando a pasar fines de semana y vacaciones.

El camino hacia la escuela era el mismo que recorría “Fendetestas” en la famosa película “El Bosque Animado”. A través de aquellas “corredoiras” iba y venía todos los días de mi primer año de colegio. En los pies, aquellos zuecos que me había hecho mi abuelo (zuecos que vinieron conmigo para Coruña y que usé para gracia de mis nuevos compañeros, de mi nuevo colegio). Eramos tres niños en la aldea, ibamos y veníamos juntos, salvo en contadas ocasiones, que gracias a mi cabezonería, recorría yo sola.

La maestra ya estaba avisada. Aquel sería mi último día y me prometió que al finalizar la clase me entregaría un regalito, como recuerdo.

Me acuerdo que me pasé toda la mañana pensando cual sería aquella sorpresa. Pensando en que el regalo perfecto sería aquel juego de Matrioskas que adornaba una de las estanterías. Y así, con la ilusión de una niña, fue pasando la mañana, hasta que llegó el momento. Y de un cajón salió mi regalo: una revista turística de las Rías Bajas, en francés. No sé lo que hubiera dado por verme la cara, pero tengo que decir que me llevé un buen chasco, una enorme decepción. A pesar de todo, es curioso, pero aún conservo esa revista, con muchas fotografías de playas con arenas muy finas. La revista con el autógrafo de la maestra: “Para Mª Virtudes, con mucho cariño de su profesora”. El francés todavía sigo sin entenderlo.

Y hoy ha llegado a mi casa una de mis mejores amigas, Delia, con un juego de matrioskas y claro, no he podido impedir emocionarme. Éstas no son como aquellas. No son rojas, son verdes. Porque el verde es mi color favorito. Y no tienen la forma de las clásicas matrioskas, pero son muy originales. Y me han hecho mucha más ilusión que aquellas, sobre todo porque ha sido ella quien me las ha regalado, una buena amiga.


¡Qué bonitas son! ¿A que sí?

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Felices cumpleaños-ños


Cuando se tiene un hijo, toda risa nos cala,

todo llanto nos crispa, venga de donde venga.

Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro

y el corazón afuera...


“Los Hijos Infinitos” de Andrés Eloy Blanco


Hoy estamos de celebraciones.

Adrián cumple 8 años. Ocho años de pitufo gruñón, protestando por todo. Inconformista por naturaleza. Más que niño parece un yogur griego: “jroña que jroña”.


Hoy se despertó temprano y vino a despedirse de mí antes de salir a trabajar: “mami, ¿¿me falta mucho para ser mayor??”


Con cara de lechuza mañanera le pregunté qué a que venían esas prisas. Me respondió: “mami, cuando sea mayor quiero ser granjero, ya lo sabes”.


Un suspiro……¿por qué Adri no es como todos los demás niños, que quieren ser bomberos, policías, médicos o astronautas? No, él quiere ser granjero. En Australia, a poder ser.


De todo tiene que haber, ¿no?

El oso cavernario, el último de su especie y que habita en mi casa, también cumple años hoy. 42 otoños le caen (a esas edades ya no son primaveras, ¡ya quisiera!). Felicidades bicho, y ¡hala! ya puedes seguir hibernando. :-D